jueves, 25 de mayo de 2017

¡Y AL FIN LLEGÓ 2017!

Un sueño tan profundo jamás imaginado después de una ingesta de alcohol en mi primera juventud me llevó a despertar y a no reconocer mi propio idioma, escuchaba a mi familia hablar en español pero no entendía nada, el español era un idioma abstruso para mi, las palabras no tenían sentido. Duró sólo un par de minutos, quizás menos, luego todo volvió a la normalidad. Pero entonces me di cuenta de que me había causado una pequeña lesión cerebral por beber tanto la noche anterior, era un espanto.
Nunca he pasado desapercibido, siempre me he acercado a gente extraña y a gente rara sin hacer preguntas y cuando acabó todo mi vida había funcionado de maravilla, al menos había progresado en algún sentido y había hecho algunos descubrimientos importantes, también para entonces era ya una persona medianamente culta, luego con el pasar de los años perdí intelecto. Los hombres a partir de los cuarenta años empiezan a perder intelecto y si han llevado una vida muelle y desastrosa a no ser que tengan verdadera hambre más que apetito intelectual, la degeneración es cierta y se hace notar.
No sé cuándo dije basta ya pero empecé a comedirme, luego llegó una etapa de luz y de conocimiento y con el paso del tiempo, algo ensombrecido ya, todo fue menos divertido.
Los jóvenes eran ahora los que se adueñaban de la vida y para los demás quedaban los restos de un naufragio y un muro indestructible cómo un hechizo, el tiempo me había quemado, con una inaudita pasión yo había ardido y ahora era otro, era otra persona.
Siempre marchándome de los sitios, siempre dejando atrás todo, siempre empezando estudios en alguna parte para dejar esos estudios y esa parte e irme luego a otra parte y empezar otros estudios y también dejarlos. Abandonar lugares, abandonar trabajos, abandonar cursos universitarios y cursos no reglados e irme después a otra parte a empezar de nuevo, pero nunca acababa nada, no llegaba nunca a cruzar el umbral de la realización personal. Todo me aburría y también yo me aburría de mí mismo, siempre permanentemente insatisfecho e infeliz, tuviera lo que tuviera. Así tuviera mucho, así lo tuviera todo. Pesimista, nihilista haciendo gala de una fe que era la que yo quería para los demás pero que no me importaba a mi, trataba de imponer unas ideas en las que en el fondo no creía. Pienso que era un estado larvado depresivo por ser demasiado inteligente, en mi primera y segunda juventud, lo he olvidado todo ya, pero según he ido perdiendo intelecto he ido siendo más feliz y cuando ya no lo tuve todo empecé a disfrutar con las pequeñas cosas que iba pudiendo obtener.